Es ya común ver por las calles de la República Mexicana, al ejército en labores de patrullaje y prevención del delito, realizando, en general, funciones que le corresponden a las fuerzas policiacas.
La percepción de la sociedad mexicana es diversa, unos están a favor de que la presencia de las fuerzas armadas continúe, mientras que otros, desaprueban que esto suceda.
Este debate está vivo, debido a la Ley de Seguridad Interior, que se discute en el Congreso de la Unión.
La ley que muchos condenan, especialmente instituciones protectoras de los derechos humanos, ya que dicen –como ha sucedido– que poner a los militares a cargo de la seguridad pública, provocará violencia, terror, desapariciones forzadas, desplazamientos, violaciones, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales. Cosa que no dista mucho de la realidad actual.
Pero qué fue lo que detonó, que el ejército saliera de los cuarteles a combatir la delincuencia en nuestro país.
Fue durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón, cuando esto comenzó, su gobierno declaró la guerra al crimen organizado.
En ese entonces, Calderón amenazo, e intento amedrentar, al crimen organizado, basando su estrategia de seguridad en las fuerzas armadas, enviando soldados a los estados más conflictivos e inseguros.
Cuando Peña Nieto llegó a la presidencia, la estrategia no se modificó. La presencia del ejército era necesaria para su mandato.
¿Existen cambios realmente significativos en aspectos de seguridad, para los mexicanos?
Los militares siguen en las calles en su combate contra el narcotráfico, han abatido delincuentes y logrado detenciones. Pero en este camino, se les ha acusado de violaciones a los derechos humanos.
Pero, cambios concretos, cambios que dejen una impresión de seguridad por las calles, son pocos.
Los mexicanos temen, ya no solo a los delincuentes, sino también a quienes deben procurar por su integridad.
La Ley de Seguridad Interior, puede ser la punta de lanza para que México regrese a ser un país seguro o puede convertirse en un pretexto más, para que el poder se base en la fuerza y brutalidad de las fuerzas armadas.