De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), existen aproximadamente 2.5 millones de trabajadoras domésticas.
De las cuales, la gran mayoría carece de todo tipo de prestaciones laborales.
En la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se destacan casi dos millones y medio de trabajadores y trabajadoras domésticas en México, de las cuales 90 por ciento son mujeres.
El 97% no cuenta con ningún tipo de servicio de salud, el 75% gana entre uno y dos salarios mínimos, el 96% no cuenta con contrato de trabajo, sólo una tercera parte tiene derecho a vacaciones, y sólo el 57% recibe aguinaldo.
México es un país con condiciones precarias para ejercer este oficio. Actualmente el trabajo doméstico remunerado está en proceso de reestructuración, para bien, está experimentando una flexibilización laboral.
Esto podría mejorar, si el gobierno federal y las instancias correspondientes, aprueban el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo.
De qué va este convenio, de qué trata. En este se reconoce la contribución significativa de las y los trabajadores domésticos a la economía mundial, hace respetar los derechos humanos laborales, y establece que trabajadoras y trabajadores domésticos, tienen los mismos derechos básicos que los demás trabajadores.
El trabajo doméstico seguirá siendo infravalorado e invisible, impulsar acciones para hacerlo respetar es urgente, mejorar la calidad de vida, oportunidades y posibilidades de desarrollo, para quienes lo ejercen, debe ser un tema primordial en la agenda de gobierno.
Este convenio ya es vigente en muchos países, a lo que nos preguntamos, ¿qué impide que se ponga en marcha en nuestro país, qué esperan las autoridades para hacer de este trabajo algo digno, hacerlo mejor?
No lo sabemos y millones de personas se lo siguen preguntando.
Para México, en donde la generación de empleo formal se ha vuelto un reto, ratificar el Convenio 189 de la OIT, significaría sumarse al compromiso de promover el trabajo como una medida de justicia social.