Respirar la muerte

La química, esa ciencia que estudia la composición y propiedades de la materia, de cómo es posible transformarla y alterarla. Es, si se usa con el objetivo correcto, un beneficio inmenso para la humanidad, nos ha dado enormes usos para hacer la vida del hombre más sencilla.

A pesar de esto, también tiene su lado malo, cuando se le da un uso dañino, un uso que rompe con todo esquema de progreso y bienestar.

Hablamos de cuando la química se utiliza para crear sustancias capaces de infligir un daño en las personas, hablamos de las temidas armas químicas.

Los agentes tóxicos de destrucción, desde que aparecieron en los conflictos bélicos, han provocado la repulsión generalizada de toda la humanidad, esto por sus características insidiosas, las secuelas a largo plazo que provocan, y sus efectos mortales sobre la población civil.

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El primer acuerdo internacional en condenar el uso de armas venenosas fue el acuerdo entre Francia y Alemania de 1675, que prohibía el uso de “bombas cargadas de veneno”. Después, en 1899, en la Primera Conferencia de Paz Internacional, las naciones, en la Convención de La Haya,  renunciaban a  “emplear proyectiles que tengan como objetivo dispersar gases tóxicos y asfixiantes”.

Sin embargo, a lo largo de la historia, han sido varios los atentados contra la vida, en los que se han usado estas armas.

Ataques en los que el sentido de humanidad, el valor y la importancia de la vida quedan de lado, obedeciendo a intereses que, normalmente, no tienen nada que ver con quienes sufren estos ataques.

El uso de armas químicas es sinónimo de tragedia humanitaria y violación de leyes internacionales.

Hacemos un recuento de estos actos inhumanos.

En la Primera Guerra Mundial, primer conflicto a gran escala, es que por primera vez se utilizan las armas químicas, el 22 de abril de 1915, el Ejército franco, probó una nueva táctica; esperó a que el viento soplara en dirección a las trincheras del enemigo y liberaron 178 toneladas de cloro líquido, El resultado fue de 5,000 soldados muertos y 10,000 heridos.

Del 12 al 13 de julio, Alemania usó por primera vez el gas mostaza; dos mil quinientas personas sufrieron heridas de distinta gravedad, de las que 87 murieron.

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Durante la guerra de Vietnam, Estados Unidos roció 20 millones de galones de productos químicos, incluyendo el muy tóxico Agente Naranja, en los bosques y tierras de cultivo de Vietnam y los países vecinos.  Como resultado del ataque químico, que duró una larga década, 400,000 personas fueron muertas o mutiladas.

En 1988, Saddam Hussein, atacó un pueblo kurdo, ocupado por las tropas iraníes, con múltiples agentes químicos, matando hasta 5,000 personas e hiriendo como 10,000 más, la mayoría de ellos civiles.

En 2004, se usó el fósforo blanco en Faluya, contra los insurgentes iraquíes y civiles de la ciudad.

En 2009, el gobierno israelí estaba atacando a civiles en su país, con armas químicas, el  fósforo blanco fue lo que se empleó en esa ocasión.

En 2011, durante el Occupy, la violencia salvaje de la policía contra los manifestantes, incluyó el uso de gases lacrimógenos y otros químicos irritantes.

Siria 2017, un ataque químico dejó más de 58 muertos en una localidad norteña siria, se sospecha del uso de gas sarín.

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Todo tipo de conflicto bélico es condenable, sin importar los motivos.

Es condenable e inhumano que inocentes sufran y mueran a causa de una ciencia, que debería servir para ayudarles.

@losojosdecuervo

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