Un relato que se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad, en todas partes del planeta.
Guerras, batallas, muerte, genocidios y más, es algo de lo que pasa cuando los pueblos originarios de todas las regiones del mundo, son despojados de sus territorios.
Cuando invasores desean apropiarse de lo que les pertenece, territorio, riquezas naturales, todo en la búsqueda de poder y dinero.
Esto ha pasado y continúa en nuestros días, el como destruimos nuestros orígenes, nuestras raíces, a costa de ganancias.
En esta ocasión hablaremos sobre la llamada “Conquista del Desierto”, una campaña en 1800, que se llevó a cabo en Argentina, con el objetivo de despojar de la tierra a los pueblos que lo habitaban.
Hacia 1870, los habitantes originarios de la región de La Pampa y la Patagonia, Argentina, eran aproximadamente unos 30,000. Cuanto concluyó la conquista y se les despojo de sus tierras, estas fueron añadidas al territorio nacional argentino.
«La expansión ganadera se hacia más grande y se requería la ampliación de las fronteras productivas, las condiciones mundiales se modificaron y el país entró en un mercado internacional, que aumentaba día con día la demanda de materias primas y alimentos.»
La ampliación de las fronteras productivas se convirtió en una necesidad del sistema.
Para el año de 1789, los indígenas que habían resistido a la invasión española, tenían delimitada su frontera con el “hombre blanco”.
El primero hombre que encabezó una expedición hacia los territorios indígenas fue Juan Manuel de Rosas, esto, ante las constantes quejas acerca de los robos de ganado por parte de los indios, motivo por el que encabezó la primera “conquista al desierto”. La conciliación y la represión fueron sus sellos.
3,200 indios muertos, 1,200 prisioneros y el rescate de 1,000 cautivos blancos, fue el resultado de este primer embate.
El siguiente en emprender la misión fue Adolfo Alsina, quien impulsó una campaña para extender la línea de frontera hacia el Sur. Su plan consistía en fundar poblados y fortines, tender líneas telegráficas y cavar un gran foso, al que se le llamó la “zanja de Alsina”, con el fin de evitar que los indios robaran el ganado; logró ganar unos 56 mil kilómetros cuadrados .
Cuando Alsina murió, su lugar lo tomo Julio A. Roca, quien ordenó un plan de aniquilamiento de las comunidades indígenas, a través de una guerra ofensiva y sistemática.
Esta ofensiva se vio beneficiada por una epidemia de viruela que afectó a las comunidades de indios, y dio fuerza a la conquista de sus territorios.
A consecuencia de esto, las principales tribus fueron aniquiladas. Fueron pocos los que se resistieron pero que terminaron rindiéndose.
Las campañas cobraron, durante seis años, la vida de 25,000 indígenas; la población autóctona fue reemplazado por colonos, permitiendo la ley la instalación de latifundistas, grandes extensiones de tierras en manos de unos pocos, que ni siquiera vivían en el territorio.
La cultura indígena fue desintegrada, borrando su sentido de identidad, sus caciques fueron muertos o encarcelados, sus cementerios fueron profanados, y la mayoría de los prisioneros; un genocidio se había perpetrado.
Los pocos que sobrevivieron a la sombra de los conquistadores, vivieron y lo siguen haciendo en la marginación y el olvido.
Lo sucedido en Argentina es algo que se ha visto en todo el planeta, de como el poder y la búsqueda de riquezas. hace que los hombres pierda todo sentido de humanidad.