Perteneció a la clase baja de la sociedad mexicana; desde joven trabajó en el sector policíaco; tuvo delirios de grandeza y anhelaba con –algún día– volverse gobernador, cuentan que era adicto al alcohol y las drogas.
La amistad que tenía con el entonces presidente de la República José López Portillo, hizo que llegará a ser el segundo hombre más importante de México.
Esta amistad con Portillo, lo colocó en 1976 al frente de la policía capitalina, nadie imaginaba que se convertiría en uno de los funcionarios más corruptos y fue llamado por algunos, “la pesadilla de la Ciudad de México”.
El Negro Durazo acumuló tanto poder que se pensó podría ser presidente de México.
Acumuló una cantidad inmensa de dinero, con la que construyó un Chalet, un galgódromo, caballerizas, canchas de tenis, y un estacionamiento para su colección de autos de lujo.
Sus delirios de grandeza lo llevaron a construir su propio Partenón, de 20 mil metros cuadrados, en Zihuatanejo.
Fundó la temida Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD), en la cual, muchos de sus integrantes participaron en acciones corruptas e ilícitas, de todo tipo, desde torturas y extorsión hasta genocidio.
Usaba a los elementos de la policía a su mando como trabajadores: desde albañiles hasta meseros, todos estaban a su servicio y tenían que obedecerlo.
Fueron varios los hechos que causaron polémica en la sociedad, durante su desempeño como funcionario público. Pero uno de los que más conmocionó a todos fue la aparición de 12 cadáveres, el 14 de enero de 1981, en el emisor central del sistema de drenaje profundo.
Cuerpos pertenecientes, presuntamente, a una banda de asalta bancos colombianos, y todos con huellas de tortura. En los hechos se vio involucrado Durazo.
Todo este poder no le duro mucho a El Negro, cuando Portillo salió de la presidencia, su estadía en la cima del país, se vino abajo.
Con la campaña de “Renovación Moral”, del entonces nuevo presidente Miguel de la Madrid, “El Negro” se convirtió en uno de los personajes afectados.
Huyó del país, y en Estados Unidos se le acusaba de tráfico de drogas, fue capturado tiempo después en Puerto Rico.
Fue deportado a nuestro país y se le acuso de extorsión, acopio de armas, evasión fiscal, homicidio múltiple y enriquecimiento ilícito.
Permaneció solo seis años en prisión, por causas de salud; falleció en el año 2000.
El Negro es, sin duda, un personaje en la historia del país, su grado de maldad lo coloca en un lugar que pocos quisieran ocupar, pero que seguramente, por delirios de grandeza, estaría orgulloso de poseer.