Se dice que el VIH es una enfermedad introducida, un arma de guerra y destrucción, que se salió de control.
Un acto falto de toda humanidad, un acto en el que se sacrifican las vidas de miles de mujeres, en pro de la guerra y la dominación.
El cuerpo femenino ha sido, a lo largo de la historia, símbolo de la fertilidad, inspiración para artistas, motivo de miles de sentimientos. Pero se ha convertido en un medio para realizar uno de los mayores crímenes en contra de la humanidad: la limpieza étnica, que realizan algunos grupos armados, por medio de la propagación del SIDA.
Desde países como Ruanda, hasta Israel en territorio palestino, la mujer es usada como un transporte de esta poderosa y mortal arma. No hay cifras exactas sobre cuántas mujeres son portadoras del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), causante del SIDA. A causa de la guerra, su lugar en estas sociedades se ha vuelto el de un arma para llevar a cabo un genocidio.
Desde que el virus fue identificado, en la década de 1990, 20 millones de personas han muerto por él.
África, el continente negro, posee el 70 por ciento de la población infectada a nivel mundial. La pobreza extrema, los abusos contra la población femenina, cometidos durante los muchos conflictos bélicos, y la inequidad de género, han llevado esta pandemia a niveles trágicos.
El mundo sabe bien lo que ocurre en África, pero lo hace de lago, lo que hace de este continente una presa de uno de los peores males de la historia.
Las mujeres africanas son infectadas intencionalmente por grupos de milicias. Lo que garantiza que, si de una violación surge un embarazo, el niño morirá, tarde o temprano, lentamente, sin medicinas, sin compasión. Nacerá muerto.
En estos conflictos bélicos, la forma de propagación del SIDA es mediante el sexo. Sin infraestructura de salud, sin medicinas, sin agua ni comida, el contagio es imparable.
El mundo debe hacer algo al respecto, el modo de usar el cuerpo femenino de esta manera, carece de todo sentido, de toda lógica, se sale de la realidad.
Usar el cuerpo femenino como una arma, no debería siquiera llegarse a pensar. El VIH se convirtió ya, en un medio de destrucción, en un pretexto más para alcanzar el poder y control de la humanidad.