La película «Psicosis» es considerada como una de las películas de suspenso más estremecedoras de todos los tiempos. Cuando salió en el año de 1960, la gente se sobrecogió al conocer la historia del personaje Norman Bates, hombre retraído que mataba y descuartizaba mujeres.
La película, dirigida por Alfred Hitchcock y protagonizada por Anthony Perkins, fue un éxito rotundo en taquilla, porque rayaba en su «originalidad». Sin embargo, lo que pocos sabían, era que en realidad existió el personaje de Norman Bates: El asesino Edward Gein.
Edward Gein nació el 27 de agosto de 1906, y creció en una familia completamente disfuncional. Su padre era alcohólico y maltrataba a su esposa e hijos a base de golpes y gritos; por otro lado, su madre, obsesionada con criar a sus hijos, de manera que no se parecieran a su padre, se convirtió en una madre hiperprotectora, sumamente estricta y dura, sin saber brindar cariño materno. Toda la vida de Ed, estuvo dominada por su madre, hasta que ella falleció cuando él tenía 39 años.
Gein creció como un hombre –en apariencia– inofensivo y débil, de carácter introvertido. En Plainfield, Wisconsin, localidad donde residía, lo consideraban como una persona, aunque rara y excéntrica, trabajadora, cumplidora y fiel, pues ayudaba a sus vecinos en toda clase de trabajos.
La casa en donde vivió y realizó los asesinatos, se encontraba al lado de su granja. Allí, Ed Gein escondería los cadáveres.
Sus crímenes comenzaron una vez que su madre falleció. A Ed le llamaban la atención las mujeres que se parecían a su madre, así que cuando alguna fallecía, acudía al cementerio para desenterrar sus cuerpos. Esto con el fin de descuartizarlos, así con la piel, él confeccionaba caretas, trajes, chalecos, pantallas de lámparas, papeleras, fundas de cuchillo, o incluso se llegó a encontrar un cinturón hecho con pezones humanos.
Una vez que los fallecimientos por muerte natural empezaron a faltar, el trastornado Edward Gein tuvo la idea de ocasionarlos él mismo, la única solución era el asesinato. Poco tiempo después, en Plainfield, desaparecerían dos mujeres con muy poco tiempo de diferencia: Mary Hogan y Bernice Worden.
Apenas se dio el segundo asesinato, los investigadores dieron con el asesino, pues su nombre era el último que estaba registrado en la libreta del local. Así, Edward Gein fue arrestado y revisó su casa y granja. Una vez adentro de la propiedad, el policía se llevó la escalofriante y tenebrosa sorpresa de encontrar el cuerpo de una de las mujeres, decapitado, rasgado completamente desde la entrepierna hasta el estómago. Además su casa era un basurero, pues había montañas de basura y desperdicios, excrementos, revistas pornográficas, de anatomía humano, dentaduras y cráneos. Gein declaró haber asesinado a Bernice Worden, sin embargo, apenas lo recordaba.
Asimismo, confesó que su trastorno comenzó después del fallecimiento de su adorada madre. Edward Gein fue declarado culpable, no obstante, fue internado en una Clínica Psiquiátrica en donde estuvo hasta su muerte en 1984.
Cabe destacar que la casa de Gein tuvo que ser clausurada, pues se quería convertir en una atracción turística, como la Casa de los Horrores. Aún así, el coche fue subastado, pues el morbo de los habitantes era muy grande, al saber que ahí se habían transportado numerosos cadáveres.
Según expertos en salud mental, Edward Gein sufría de una psicosis profunda, fruto de la relación anormal que tenía con su madre. Padecía del «Complejo de Edipo» en un grado enfermizo.
Edward Gein fue enterrado en el cementerio de Plainfield, al lado de su madre.