En el mundo han existido una gran cantidad de enfermedades, las cuales se caracterizan por sus formas de transmisión o por los efectos que causan en los pacientes que las contraen. Dentro de algunas de las enfermedades más peligrosas se encuentra el Zika, el cual es un virus que se transmite por la picadura de un mosquito infectado. Los síntomas más comunes en esta enfermedad son: fiebre no muy elevada, exantema, conjuntivitis, dolores musculares y articulares, y malestar o cefaleas, que suelen durar entre 2 y 7 días.
La primera vez que este virus se detectó fue en Uganda en 1947, gracias a una red de monitoreo de la fiebre amarilla. La primera vez que se detectó en un ser humano fue en 1952, en Uganda otra vez, y la República Unida de Tanzania. Posteriormente se detectó en otras partes de África, América, Asia y el Pacífico.
En la actualidad, existe una posible solución para esta enfermedad que ha dañado a muchos países, en especial a los que tienen un clima cálido o tropical, lo cual propicia la reproducción del mosco. Esta solución se traduce como mosquitos transgénicos, los cuales son mosquitos modificados genéticamente. Estos bichos son producidos en un laboratorio en las afueras de Piracicaba, ciudad de São Paulo, Brasil, y su producción es de 60 millones de mosquitos a la semana.
El modo en que estos mosquitos ayudan es que, al ser liberados en los barrios de Piracicaba, comienzan a aparearse con las hembras de la especie y así, éstas den a luz larvas con contenido genético del padre, el cual las hará morir al poco tiempo de haber nacido. Esto es posible ya que las hembras de los mosquitos son las que pican y no los machos.
Los machos genéticamente modificados no gozan de una vida muy larga ya que, al igual que las larvas, están programados para morir tres o cuatro días después de ser liberados.
Es claro que la genética de hoy en día ha avanzado de una manera muy apresurada, y este caso es la prueba viviente que la tecnología es una clave importante en nuestras vidas.