La historia de la religión católica siempre ha ido acompañada de mitos y relatos que no han sido totalmente aprobados por la iglesia, debido a la falta de pruebas, o incluso, por ser escandalosamente sorprendentes y causarían un gran descontento en sus seguidores, lo que se vería reflejado en pérdida de credibilidad, fe y, por supuesto, donativos. Muchas historias se han tornado alrededor de esta institución, desde sucesos bastante absurdos, hasta hechos paranormales que armarían todo un escándalo.
La iglesia, como toda institución en este planeta, no está exenta de casos de corrupción, los cuales son de los más celosamente guardados tras los muros del Vaticano.
Uno de los mitos que más ha sonado en torno a la historia de la iglesia católica es, sin duda, el de la Papisa Juana, la cual, como narra el mito, se disfrazó de hombre y llegó a ser Papa, cargo que ocuparía dos años sin levantar una sola sospecha.
El gobierno de esta pontífice sería del 855 al 857, año en que, durante una procesión, cayó del caballo y dio a luz.
Esta mujer nació en Maguncia (ahora Alemania), y se dice que entró a formar parte de la iglesia como copista (persona que tiene por oficio copiar escritos u obras literarias, ajenos, en especial antes de la invención de la imprenta), bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus. Algunas versiones apuntan que la decisión que tomó, se debió al miedo de una posible violación o incluso por el amor de un joven estudiante, que la obligaba a estar cerca de él. Dentro del clero, Juana pudo viajar a distintos monasterios y se pudo relacionar con grandes personajes de la época.
En esos tiempos, la elección papal se hacía por votaciones de los feligreses de Roma y debido a su gran popularidad, Juana logró hacerse del lugar del sucesor de San Pedro. En ese entonces, que una mujer se vistiera de hombre no estaba mal visto, ya que las mujeres no tenían grandes oportunidades dentro de la iglesia, sin embargo, el gran error de Juana fue haber tenido un amorío con un embajador y haber quedado embarazada. Algunos relatos señalan que la pontífice fue lapidada en el mismo momento en que fue descubierto el engaño, y otros dicen que fue arrastrada por el caballo hasta su muerte.