«La gente sacrifica aquello que considera más preciado.”
Haagen Klaus (profesor de antropología – Universidad George Mason).
Hace unos años, se encontraron en Perú indicios de un suceso que hiela la piel: el sacrificio de más de 140 niños y 200 crías de llamas. Según investigaciones, todo parece indicar que fue parte de un ritual.
El acontecimiento data aproximadamente entre los años 1400 y 1450, hace más de 550 años. Fue en el 2011 cuando equipos locales encontraron varios restos humanos en un acantilado, mismos que se dedicaron a informar a un grupo de expertos, quienes realizaron una excavación de emergencia.
Cabe destacar que la investigación está financiada por National Geographic Society, y se realiza en donde antes era la capital del Imperio Chimú. El lugar se conoce contemporáneamente como Huanchaquito-Las Llamas, y se localiza en un acantilado bajo, a poco más de 300 metros sobre el nivel del mar, en el distrito de Huanchaco, al norte de Perú.
Si bien a lo largo de la historia han habido grandes sacrificios humanos, entre los que destacan los mayas, los aztecas o los incas, éste ha sido un suceso que ha dejado hasta a los grandes científicos anonadados, debido a que ninguno había sido con niños. Normalmente se sacrificaba a adultos o personas de la tercera edad.
La mayoría de los infantes tenían entre 5 y 14 años de edad, y sus huesos demuestran que se les extrajo el corazón, pues tienen cortes en el esternón, y las costillas se encontraron dislocadas, concluyendo que hubo una separación del pecho en las víctimas.
Además, al momento de sepultarlos, fueron colocados con dirección al oeste (hacia el mar), y en el contexto de un raro ritual, porque hallaron una capa de lodo seco en la zona oriental, el cual medía 700 metros cuadrados, y que cubrió todo el lugar donde fue realizada la ceremonia.
Se cree que el sacrificio sucedió mientras acontecía el fenómeno natural «El Niño», creando lluvias intensas, tormentas e inundaciones en la línea costera, la cual es normalmente árida. Como método a este fenómeno, la antigua civilización optó por sacrificar lo más preciado que tenía: niños.