Los descuidos y la irresponsabilidad humana siempre han estado presentes en la historia de la humanidad, y van de la mano con la evolución de la sociedad, sin embargo, existen muchos eventos ocasionados por estos descuidos, que se desearía nunca hubieran sucedido, debido a las grandes cicatrices emocionales y físicas que ocasionaron. Es muy lamentable cuando un descuido humano ocasiona un daño físico o incluso emocional, pero es peor cuando esta irresponsabilidad ocasiona pérdidas humanas. Una de las tragedias más sonadas en México, fue la ocurrida el 5 de junio de 2009, en Sonora, donde la guardería “ABC” se incendió y dejó un saldo de 49 niños muertos y 106 heridos.
Los hechos ocurridos el 5 de junio de 2009, están manchados de corrupción, impunidad y negligencias por parte de las autoridades, y de las mismas encargadas del recinto.
La guardería funcionaba como tal desde el 6 de agosto de 2001, y se ubicaba en la esquina de las calles Ferrocarrileros y Mecánicos, de la colonia Y Griega en Hermosillo, Sonora, y estaba bajo la administración y supervisión de Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, familiar de la entonces primera dama de México, Margarita Zavala.
Al parecer, el lugar que servía como guardería, también era usado para almacenar archivos del Departamento de Control Vehicular, de la Secretaría de Hacienda del Gobierno del Estado de Sonora, además de almacenar placas de vehículos. Es bien sabido que el lugar no contaba con extintores ni alarmas contra incendios.
De acuerdo con versiones oficiales, el incendio ocurrió a las tres de la tarde, ya que la bodega se sobrecalentó, al igual que un sistema de enfriamiento de la misma, que resguardaba cinco toneladas de documentos, placas vehiculares y tres vehículos. Esto provocó que algunos fragmentos en llamas cayeran sobre los archivos y se propagaran por todo el lugar.
Ahí se encontraban 176 niños y un aproximado de 50 empleados.
La rapidez con que los materiales inflamables se fundían y el fuego se propagaba, así como la falta de detectores de humo, extintores y salidas de emergencia, provocó que 49 niños fallecieron, la mayoría por asfixia, al respirar vapores tóxicos.
A la escena, los primeros en llegar fueron los vecinos y comerciantes que se encontraban cerca del lugar, los cuales comenzaron a ayudar, sin embargo, ya era muy tarde para muchos. Una historia que se cuenta sobre este hecho es la de un hombre que estampó su camioneta en contra de una de las paredes del lugar para poder sacar a los niños.
Han pasado más de nueve años, y hasta la fecha ningún alto funcionario pagó por la negligencia que cobró la vida de muchos menores de edad.