Es bien sabido que el ser humano, como muchas otras especies, nace siendo un ser vivo casi en blanco, que necesita vivir ciertas experiencias para definir su carácter, comportamiento y sus gustos. Estas experiencias vienen, principalmente, de casa ya que los familiares son las primeras personas con las que un niño convive.
Dependiendo del comportamiento y actitudes de los padres, un infante definirá sus propios gustos y carácter, por lo que es recomendable poner mucha atención en los primeros años de la vida de una persona, ya que esos serán los que definan el futuro del niño.
Al igual que en la mayoría de los países, en Japón los padres siempre quieren que su hijo/a destaque de otros, sin embargo, en ocasiones sus reglas o disciplina sobrepasan el entendimiento infantil y es visto por ellos como un tormento al cual hay que doblegarse. Por lo regular, este tipo de educación forzada siempre genera seres humanos disciplinados y dedicados pero también hace que los niños sean apáticos y antisociales.
Como ya se mencionó, la educación severa genera niños aislados y esto es lo que sucedió con Natsumi Tsuji. Natsumi nació en Japón el 21 de noviembre de 1992, y era presumida por sus profesores como una niña académicamente excelente, y ser muy buena en el deporte que decidiera practicar.
Además de ser fanática de la escuela, Natsumi era una gran aficionada a lo macabro, una afición inusual, al mundo del gore y lo terrorífico. Estos particulares gustos, y las exigencias de su madre, la llevaron a un irremediable aislamiento social, ya que su único refugio eran los dibujos que ella misma hacía y las películas con violencia descontrolada.
En el año 2004, mientras Natsumi se encontraba recluida en su mundo oscuro, una de sus ex amigas, Satomi Mitarai, emprendió una campaña para desprestigiar a Natsumi pues la tachaba de “mosquita muerta” o “gorda”.
Al fastidiarse de estas acciones, Natsumi convenció a Satomi de arreglar las cosas. Decidió llevarla a un salón para “arreglar la amistad perdida”, sin embargo, estando ahí, y con la excusa de practicar un juego de amistad, le vendó los ojos y con un cúter la degolló.
El crimen fue descubierto por sus compañeros, por lo que la policía fue alertada. Al llegar al lugar, los oficiales detuvieron a Natsumi, quien se mostró muy arrepentida.
La niña fue condenada a nueve años de prisión, sin embargo, en ese tiempo ganó cientos de admiradores, ya que mucha gente vio con buenos ojos que se haya hecho justicia por propia mano. Debido a las leyes de protección de identidad de Japón, Natsumi recibió el apodo de Nevada Tan, debido a una sudadera que portaba en la última fotografía en la que apareció.
Aún después de haber salido de prisión, cientos de fans aún hacen himnos, dibujos, fanfics, cosplayers y canciones, en su honor.