El saco de Pancho Villa

Francisco Villa, héroe o villano de la Revolución Mexicana, depende de la perspectiva. Revolucionario o mujeriego, valiente o borracho, sin duda, fue un hombre que ha trascendido en la historia mexicana y derribado barreras en la historia universal.

Su presencia en la Revolución, iniciada el 20 de noviembre de 1910, fue indispensable para la derrota del régimen que gobernaba al país en aquéllos tiempos. Tuvo a su cargo 30 mil hombres, campesinos y soldados que estaban repartidos en hacendados.

José Doroteo Arango Arámbula no era Pancho Villa sin su saco y su icónico sombrero, sin el cual se sentía incómodo. Prueba de ello, son las 207 fotografías recopiladas de él, en donde únicamente en 20 tiene la cabeza descubierta.

Fue el 20 de julio de 1923, el día que el mundo probaría el último suspiro del héroe revolucionario, cuando fue acribillado en Parral, Chihuahua.

Seis hombres lo acompañaban, de los cuales sólo uno sobrevivió: Murieron el Centauro del Norte, su secretario, su chófer y asistente y dos de los tres guardaespaldas que lo acompañaban.

Villa murió desangrado tras 13 disparos. Su saco es una prueba irrefutable del temible deceso. Aquél famoso saco fue enviado con más objetos personales a su segunda y esposa, Austreberta Rentería. Posteriormente, en los años sesenta, la prenda reaparecería, una vez que la mujer la donó a la Nación.

Décadas vieron pasar el saco, en el Museo Nacional Castillo, hasta que, ante el deterioro, fue mandado a la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. Fue allí cuando una gran interrogante surgió: El Centauro del Norte murió con 13 disparos, no obstante, la prenda tenía únicamente 12.

«Tiene todas las evidencias físicas del momento de su asesinato, por eso es considerado una fuente primaria. Se sabe que la ropa fue extraída del cuerpo después de muerto y creemos que fue entregada a su segunda esposa, debido a que después ya no se sabe nada hasta mediados de los sesenta, que fue cuando ella la donó al Museo Nacional de Historia.» – Mónica Pinillos, estudiante del grupo a cargo de la restauración de la prenda.

Sin poder realizar mucha investigación y peritaje al respecto, por la falta de recursos, el grupo de restauración llegó a la conclusión que, posiblemente Francisco Villa, tenía el saco abierto en el momento de la emboscada. Una explicación lógica al enigma de la famosa e icónica prenda.

@losojosdecuervo

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