Era el 25 de junio de 1986, un día tranquilo como cualquier otro y una familia viajaba en un camión cisterna cargado de ácido de Fuente del Álamo (Murcia) a Bilbao, España. El viaje transcurrió bien hasta que un accidente en el puerto madrileño de Somosierra provocó un gran caos, el camión fue hallado volcado, mientras los padres, Andrés Martínez de 36 años y Carmen de 34 años de edad, desgraciadamente fueron hallados muertos. Sin embargo, el pequeño Juan Pedro Martínez Gómez, hijo de la pareja, no dejó ningún rastro.
De acuerdo con la información y los registros del accidente, el camión Volvo con 23 mil kilos de ácido tenía en su interior a los padres muertos, pero la Guardia Civil nunca encontró el cuerpo del menor.
La desaparición de Juan Pedro llegó a circular entre la gente de la zona de tal modo que se le apodó como el “niño de Somosierra”.
En las indagatorias correspondientes se determinó el recorrido que tuvo la familia. El padre debía llevar el camión a una empresa petroquímica de Bilbao, pero pararon varias veces durante el camino; en el mesón El Maño fue el último lugar donde los vieron a los tres juntos.
El caso tomó aún más suspenso cuando llegaron a la conclusión de que el niño no habría sido disuelto por el ácido, era imposible puesto que los padres tenían apenas quemaduras. Lo más probable era que el niño no estuviera en el vehículo, quizás estaba secuestrado, teoría que tomó fuerza cuando camioneros que circulaban por la carretera mencionaron que habían visto una furgoneta que seguía de cerca al camión de la familia.
Surgieron otras teorías alrededor de este caso, incluso relacionadas a tráfico de drogas, pero nunca se pudo hallar al niño.
Esta historia fue calificada por la Interpol como “la desaparición más extraña de Europa” y a 33 años del acontecimiento sigue sin saberse absolutamente nada de Juan.
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