Seguramente en algún momento de la vida has llegado a escuchar la frase “El crimen no paga”, una frase que es muestra de la justicia de nuestros tiempos en la que suele pasar que el que comete un crimen no tiene ninguna repercusión o castigo que sea proporcional a su acto.
Ese es el caso de “July”, como le dicen dentro de los muros de prisión a la abogada penalista Julieta Estefanía Bonanno, quien recientemente cumplió 30 años de vida privada de su libertad en la cárcel de mujeres de Ezeiza.
Debido a la gravedad de lo que se le acusa y el riesgo de ser víctima de una venganza, el Servicio Penitenciario Federal la mantiene dentro para resguardarla.
¿Qué hizo July para ser prisionera tanto tiempo? Todo empezó por el fusilamiento del mexicano Rodrigo Alexander Naged Rámirez de 59 años y su hijo John Naged de 30 años, en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires. Cada uno recibió un balazo en la cabeza y el sicario que los ejecutó venía encapuchado (por eso el apodo del sicario fantasma), por lo que no se le logró identificar a pesar de que quedó grabado.
Para mala suerte de Julieta, quién sobrevivió, las pruebas terminaron señalándola como la culpable de haber entregado a las víctimas de la megacausa “Bobinas Blancas”, una famosa entrega de cocaína en España y Canadá.
Todas las pruebas se alinearon para que ella quedara como culpable, aunque asegura que es inocente y que sólo fue víctima de un complot.
Sin embargo y a pesar del tiempo, mucha evidencia que quedó seguía señalándola, desde el video en el que aparece muy cerca del sicario, su celular que fue analizado y los rastros de pólvora, entre otras cosas que la inculpan.
El sujeto encapuchado, el sicario fantasma, logró escapar sin ser identificado y es que la situación para Julieta Bonanno la encajonó en un callejón sin salida, porque incluso en su declaración dijo ser inocente y que había estado medicada con “Clonazepam”. Pero al final, sea culpable o no, no dio explicación de lo ocurrido.
Los Ojos de Cuervo 