¿Qué sucedió?
El 11 de marzo del 2011 un terremoto de 8,9 grados sacudió a Japón, lo que provocó explosiones en la instalación nuclear de Fukushima, que convertía la energía nuclear en eléctrica.
Primero tres reactores nucleares se detuvieron de forma automática al momento del terremoto, mientras que los tres restantes estaban en mantenimiento.
Debido al terremoto se originó un tsunami de 14 metros de altura y la ola cubrió por completo las seis unidades, lo que impidió que el sistema de refrigeración funcionara.
Es importante saber que para enfriar los reactores se necesita energía eléctrica, pero debido al desastre no había y el combustible se derritió, generando una gran cantidad de hidrógeno, explosiones y la liberación de material radioactivo que se fue extendiendo.
Después de este desastre, las autoridades de aquel país crearon una zona prohibida de 20 km alrededor de Fukushima, sin embargo, hasta hoy se desconoce el impacto ambiental que tuvo y se dice que hay evidencia de mutaciones en algunos animales de la zona.
Se hicieron algunos trabajos de descontaminación y aparentemente no existe riesgo, pero la contaminación fue tan grande que a pesar de los años aún quedan rastros de aquel accidente.
En el 2013 el ministro Shinzo Abe declaró que Fukushima estaba bajo control y no había riesgos.
En 2020 se celebrarán los Juegos Olímpicos y algunas locaciones se realizarán en Fukushima; investigadores independientes han encontrado muestras de material radioactivo que podría afectar a los atletas visitantes.
Entonces, ¿cómo estamos seguros de que la zona ya está fuera de peligro? Al parecer al gobierno de aquel país no le conviene decir la situación que se está viviendo por intereses económicos, pero con eso pone en riesgo la salud de miles de personas.