Etan Patz era un niño de 6 años de edad, que vivía con su familia en Soho, Nueva York. Un 25 de mayo de 1979, Julie Patz, su madre, por primera vez lo dejó ir solo a la parada del autobús que lo llevaría a la escuela, a tan sólo 200 metros de su casa.
La familia siguió con su rutina diaria, hasta que 8 horas después su vida cambió. El menor no regresó a casa, Julie descubrió que ni siquiera había ido al colegio y nunca subió al autobús escolar.
Julie y Stan (padre del menor) llamaron a las autoridades y comenzaron la búsqueda, cientos de policías y voluntarios lo buscaron, pero no había rastro de él.
Su imagen comenzó a circular por las calles, la televisión y el radio, los medios no paraban de hablar del caso, incluso los padres fueron criticados por haberlo dejado ir solo por las calles.
La búsqueda fue tan intensa que por primera vez se puso la cara de un niño en un cartón de leche.
Durante décadas fue buscado, pero sin ninguna pista para dar con él; en 2001 las autoridades lo declararon muerto.
En 2012, un hombre llamado José López contactó a las autoridades para denunciar que escuchó a su cuñado, Pedro Hernández, confesar haber matado a un niño.
Luego de ser detenido, Hernández confesó haber conocido a Etan, dijo que le ofreció un refresco y lo convenció de pasar al sótano del negocio en el que trabajaba. Aseguró que lo asfixió, echó el cuerpo en una bolsa y lo metió en un refrigerador hasta que lo desechó en la basura, sin embargo, no fue declarado culpable por falta de pruebas.
En febrero de 2017, el puertorriqueño Hernández fue declarado culpable por secuestro y asesinato.
Después de 38 años la familia supo qué había pasado con su hijo y pudo vivir tranquilamente.