En 1716 Federico Guillermo I de Prusia le regaló al zar Pedro el Grande una habitación decorada con oro y ámbar. El cuarto estaba diseñado por los mejores escultores y arquitectos de la época, se le llegó a considerar como la octava maravilla del mundo por el delicado trabajo que ostentaba.
La cámara contaba con seis toneladas de ámbar, decorada con pan de oro y piedras semipreciosas. Su existencia daba una imagen de prosperidad y desarrollo para el imperio ruso, por lo que se mantenía cuidadosamente preservada.
Parecía que su ubicación en Tsárkoye Seló era inamovible, sin embargo, cuando los alemanes invadieron Rusia, la Cámara de Ámbar desapareció.
La Alemania nazi creía que la Cámara de Ámbar le pertenecía, así que en 1941 la reclamó como suya. Los alemanes la mantuvieron en el castillo real de Köninsberg hasta los bombardeos de 1944.
Desde entonces el paradero de la Cámara de Ámbar se ha vuelto un misterio, algunos dicen que desapareció en los bombardeos, otros dicen que se encuentra bajo tierra y otros creen que el ostentoso cuarto está en una locación secreta y que jamás fue tocada por los alemanes.
Existen muchas teorías sobre su localización, la más probable es que la Cámara fuera desmantelada por los alemanes y se planeara reubicarla en el país germánico, por medio de transporte marino.
Se sospecha que el responsable de semejante tarea fue el barco alemán Karlsruhe, que zarpó de Kalingrado en abril de 1945, siendo de los últimos navíos que tuvo la oportunidad de retirarse antes de que los aliados recuperaran el territorio.
La nave naufragó y su paradero era desconocido, hasta que un grupo de buzos lo encontró en 2020 al norte de Ustka, Polonia.
El buque se encontró casi intacto, convirtiendo sus restos en una oportunidad única para develar el misterio de la Cámara de Ámbar.
Fuentes:
https://es.rbth.com/cultura/2017/06/28/la-c%C3%A1mara-de-%C3%A1mbar_791180
Los Ojos de Cuervo 