Hilda Armada Falcó y Borja Márquez se casaron en 2011 en la parroquia de San Salvador de Deva, en Gijón. Durante la boda, la novia portaba una tiara de la familia con un valor estimado de un millón de euros. Esta fue la última vez que llegó a verse la preciada joya.
La tiara estaba hecha de platino y tenía diamantes incrustados, era una joya de la firma Cartier de los años 20. Por la celebración, la tiara viajó de Madrid hasta Gijón para que Hilda pudiese utilizarla.
Después de la celebración, la tiara no regresó a su hogar, sino que se quedó en la finca familiar asturiana, la Quinta de la Peña de Francia, lugar donde ocurriría la tragedia.
En mayo de 2012 una banda de ladrones irrumpió en la finca, robando 35 mil euros en efectivo, antigüedades y la tiara Cartier. Al inició, la Guardia Civil no ubicaba a ningún sospechoso, pero después de una minuciosa investigación se comenzó a sospechar de los cuidadores.
Resultó ser que la pareja de cuidadores bolivianos, junto con su prima Wanda S.V, contactaron a una banda especializada en robo de joyas para poder realizar el crímen.
Al puro estilo de la película “Parasite”, los involucrados escondieron la presencia de Wanda durante meses a los dueños de la casa. Posteriormente, la prima inutilizó los sistemas de seguridad y permitió la entrada de los ladrones a la finca, sin que la familia se diese cuenta.
Durante su juicio se descubrió que también habían robado la finca vecina, perteneciente a la tía de Hilda, y por sus crímenes se les castigo con dos años y medio en prisión.
Aunque se encontraron y enjuiciaron a la mayoría de los responsables, lamentablemente la tiara no pudo ser localizada. De hecho, según la Guardia Civil, la joya de Cartier jamás podrá ser recuperada, ya que es muy probable que fuera desmantelada y vendida en el mercado negro.