Fernando Hernández Leyva es un asesino en serie que dejó su sanguinario rastro a lo largo de 5 estados diferentes de México: Michoacán, Guanajuato, Colima, Jalisco y Morelos. Oriundo de Cuernavaca, capital de Morelos, para cuando cumplió solo 22 años de edad recibió su primera condena por 33 cargos de homicidio.
Si se tuviera información respecto a su historia personal, sería posible crear un perfil detallado de este asesino, sin embargo, no hay mucha información pública respecto a “Pancho López”, como lo bautizaron los medios sensacionalistas de los años 90. Es un auténtico misterio, un hombre sin historia.

Se sabe que nació en la ciudad de Cuernavaca, capital de Morelos, en 1964. La prensa de aquel entonces detalló que era un criminal motivado por el interés: organizado, hedonista, y nómada. Fiel al narcisismo presente en un perfil psicopático, declaró que había cometido más de 100 asesinatos, para jactarse del hecho de que las autoridades no fueron capaces de detectar todas sus atrocidades.
Cobarde, como todo asesino serial, y de nuevo, motivado por su narcisismo, para escapar de una condena que le fue imputada años después, por cargos de homicidio, en 1999 intentó colgarse en prisión, pero no perdió la vida porque sus 300 libras rompieron la cuerda y solo sufrió heridas menores por la caída.
Nadie podía creer que un hombre hubiese asesinado a más de 100 personas, incluso Jeff Mariotte, escribió que no existía un registro de la mayoría de los presuntos homicidios, en su libro Criminal Minds: Sociopaths, Serial Killers, and Other Deviants. Es un asesino que permanece como una incógnita.

Cuando fue el momento de escuchar a “Pancho”, sus palabras estremecieron a la sociedad por la frialdad y simplicidad con que enunció sus motivaciones: “los había asesinado a todos porque tenía que hacerlo. No sabía hacer otra cosa”. Familiares de sus víctimas contemplaron la idea de lincharlo para hacer justicia por su propia mano, sin embargo, esto no ocurrió.
En su juicio salió a la luz que no solo era aficionado a las prácticas sanguinarias, también se dedicaba al robo y contaba con el apoyo de cómplices, entre tres y seis personas. Una vez más, nada de esto se comprobó por las investigaciones jurídicas, todo el caso fue simplemente espectral y parecía más bien una especulación.

Finalmente, aceptó haber matado a un policía y haber secuestrado a un periodista. El fiscal del caso en esa fecha, y ex procurador general de justicia, José Leonardo Castillo Pombo, puso en la balanza la posibilidad de una pena capital, polémica y prohibida en México aún en nuestros días. “Si el país está legalmente preparado para aplicarla, los mexicanos deberían someter un referéndum para que la opinión pública pueda decidir”, declaró en el año de 1999 ante la prensa nacional.
Jactancioso de sus actos, Hernández Leyva confesó un total de 137 asesinatos. Días más tarde, se retractó de sus declaraciones; según sus palabras, los guardias y detectives que lo aprehendieron, lo habían golpeado para que confesara tal cosa, y añadió que amenazaron con violar y abusar sexualmente de su esposa si no admitía que era culpable de todos los asesinatos, robos y secuestros que le indicaron con presiones y torturas.
Mientras lees esto, querido lector, “Pancho López” se encuentra en el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) Número 1 “El Altiplano”, también conocido como Almoloya, la cárcel de mayor seguridad en México. Si cumple su sentencia, recuperará su libertad en 2049, cuando tenga 84 años de edad. Lo sorprendente es que no se dejan de corroborar cada vez más asesinatos perpetrados por este psicópata sin historia ni aparentes vínculos humanos.