¿El asesino serial más peligroso de la historia en el mundo sigue suelto?
Pedro Alonso López, también conocido como “El Monstruo de Los Andes”, fue visto por última vez el 22 de septiembre de 1999 y hasta la fecha no se sabe nada de él.
Alonso López, de 51 años, es originario de Colombia y fue detenido por violar y asesinar a más de 300 niñas. Sus crímenes recorren Colombia, Ecuador y Perú, pero ¿qué llevó a Alonso a cometer estos terroríficos crímenes?

Se sabe que sufrió abuso por parte de su madre, Benilda López, ya que varias personas afirman que la mujer sometía a su hijo constantemente a castigos basados en torturas y golpes muy crudos para cualquier persona, ¿será esto un detonante?
Se dice que su madre era una mujer problemática y agresiva, en una entrevista Alonso dijo que lo habían echado de casa después de sorprenderlo intentando abusar de sus hermanas. Este suceso impactó al joven, fue así como conoció el mundo de las drogas y las malas amistades. Comenzó a robar autos en Bogotá y en 1969, a los 21 años, fue detenido y condenado a 7 años de prisión.
Dentro de prisión fue abusado sexualmente en varias ocasiones por tres reclusos a los que posteriormente asesinó. Estos crímenes aumentaron su pena 2 años más, pero sin duda dan fe de la personalidad de Alonso.
En diversas entrevistas,” El monstruo de los Andes” aseguró que ya no sería más una víctima y lo cumplió, ya que se convirtió en el peor de los victimarios.
Algunos también lo atribuyen a que los maltratos recibidos por parte de su madre durante su infancia, fueron el desencadenamiento de la repulsión hacia las mujeres y el deseo de violentarlas.
Tras su salida de prisión en 1978, Pedro Alonso surcó las montañas de la Cordillera de los Andes hasta llegar a Perú; allí, usó su habilidad de manipulación para acechar a cientos de niñas entre los 8 y 12 años de edad. Expertos aseguran que, para Alonso, la muerte se convirtió en el medio para satisfacer muchos de los deseos violentos que lo remontaban a su niñez.

Una reseña judicial menciona que “El monstruo de los Andes” se ganaba la confianza de las menores pertenecientes a tribus indígenas de la región de Ayacucho, al sur del Perú, por medio del ofrecimiento de trabajo y regalos. Después las llevaba a un lugar solitario, las golpeaba, violaba y estrangulaba con las manos.
Otras investigaciones aseguran que él dormía abrazado a los cadáveres de sus víctimas y que luego abusaba sexualmente de ellos. Esto implica que en su perfil psicológico también había rasgos de sadismo y necrofilia.
El asesino serial caminaba desde Bogotá y en cada pueblo que paraba hacia lo mismo: tomaba una niña, la engañaba, violaba y asesinaba. Este patrón lo repitió hasta llegar a Perú y de ahí viene su famoso apodo: “El monstruo de los Andes”.

Se calcula que violó y asesinó a más de 300 niñas y, en entrevistas dadas por él, aceptó que su mayor placer no era violarlas, sino poner las manos en sus gargantas y observar como su vida poco a poco se apagaba.
Pedro Alonso fue deportado a Ecuador tras haber sido descubierto cuando intentaba secuestrar a una niña de 9 años en el mercado local de Ambato, Ayacucho. De modo que a los 32 años regresó a la cárcel, y tras la atroz confesión de sus crímenes, fue condenado a 16 años de cárcel, máxima sentencia en Ecuador.
“El momento de la muerte es apasionante, y excitante. Algún día, cuando esté en libertad, sentiré ese momento de nuevo. Estaré encantado de volver a matar. Es mi misión”.
Expertos en psicología forense han explicado que Pedro Alonso no siente remordimiento por sus crímenes, así como no considera al encierro como un castigo. Durante su proceso, el asesino llevó a los policías a la fosa en donde se encontraban los cadáveres de 57 de sus víctimas y aseguró que en ese país había violentado, por lo menos, a 110 menores. También confesó que había cometido otros 200 asesinatos en Colombia y Perú.
En 1994 fue llevado a Colombia, por petición de un juzgado de El Espinal, Tolima, ya que había en su contra una orden de captura por haber violado y asesinado a 11 menores en ese municipio, a finales de la década de 1970.
Al llegar a Colombia, fue enviado a un anexo psiquiátrico tras una evaluación psicológica en la que se concluyó que, debido a sus trastornos mentales, era un “sujeto inimputable”, es decir, que cuando acciona, o comienza los crímenes, no es consciente de lo que está haciendo. En la mayoría de los casos para esta condición es necesaria la rehabilitación y la ayuda, no el castigo.

Después de 4 años, en 1998, Pedro Alonso fue declarado “sano” y fue liberado tras pagar una fianza de 80 mil pesos y asegurar que se iba a presentar una vez al mes ante la justicia, sin embargo, y según varios expertos en psicología criminal,“El monstruo de los Andes” era un psicópata y es imposible que una persona con estas características mentales pueda ser rehabilitada.
A un año de haber recuperado la libertad, López decidió comenzar una nueva vida. Reportes de la Registraduría señalan que, en el año 1999, el hombre renovó en Bogotá, sin ningún problema, su cédula de ciudadanía. Al parecer presentó un documento que no era suyo.
De hecho, si se buscan los antecedentes penales de Pedro Alonso en la base de datos de la Policía, sale como resultado que este asesino en serie “no tiene asuntos pendientes con las autoridades judiciales”.
Pedro Alonso López tendría 70 años (en caso de seguir con vida) y podría andar por las calles del país sin el temor de ser aprendido, ya que el sistema judicial lo considera muerto desde hace más de una década.
“Esté muerto o no, es una vergüenza que el peor asesino en serie en la historia del mundo haya terminado sus últimos días libremente en las calles de Colombia” . Esteban Cruz, Antropólogo.

Fuente: