Una identidad falsa, un avión secuestrado con una bomba y un plan “sencillo” fueron suficientes para llevar a cabo uno de los crímenes que, hasta el momento, el FBI no ha podido resolver.

Bajo el nombre de Dan Cooper, mejor conocido como D.B Cooper, un sujeto de aproximadamente 40 años decidió tomar el vuelo número 305 hacia Seattle, Estados Unidos. Con base en su apariencia, nadie imaginaría que él podría darle la vuelta al mundo con una de las noticias más mediáticas de 1971.
Asiento 18-C de la última fila, desde ahí comenzaría todo. Luego de pedir un bourbon con soda, Dan le solicitaría insistentemente a la azafata que le recibiera una nota; “Tengo una bomba en mi maletín. Quiero que te sientes a mi lado”, se podía leer dentro de ella.

La azafata de 23 años, Florence Schaffner, comprobó que Dan no estaba mintiendo, luego de ver que llevaba un maletín lleno de cables y palos rojos. Posterior a ello, tuvo que seguir una serie de instrucciones que él le daba. De esta forma, fue con el piloto para hacerle saber las condiciones de Cooper.

Cuatro paracaídas y 200 mil dólares (actualmente 1,3 millones de dólares) fueron la llave para liberar el avión secuestrado. Una vez que aterrizaron en Seattle, Cooper recibió la recompensa tal y como lo había pedido. A cambio, dejó ir a 36 pasajeros, pero se quedó con otros tantos.

En una maniobra imprevista, Dan le solicitó al piloto que despegará nuevamente el avión y fuera en dirección hacia Ciudad de México. Asimismo, le indicó que volara por debajo de los 3048 metros de altura y a una velocidad de 200 nudos.
Sin embargo, esa no sería la única sorpresa, pues en pleno viaje y después de las 20 horas, bajo unas condiciones climáticas completamente desfavorables, Cooper se ataría el dinero, tomaría el paracaídas y saltaría al vacío; desde entonces, el FBI no ha sabido nada de él.

Luego de que aterrizara el avión y se pusieran a salvo los pasajeros restantes, las autoridades comenzaron la búsqueda de Cooper en el bosque sobre el que saltó, así como sus alrededores. Después de varios días, no pudieron localizar ni el cuerpo, ni el paracaídas y mucho menos los billetes.
Dos años más tarde, en 1976, la agencia de inteligencia estadounidense tenía un listado con 800 personas como posibles sospechosos de ser Dan Cooper, quien, por cierto, había sido un nombre inventado. Todos y cada uno de los perfiles, hasta el más parecido, fue descartado.

Fue hasta 2016 cuando, después de incesantes esfuerzos, el FBI decidió dar por terminadas las investigaciones pues “era muy probable que Cooper no hubiera sobrevivido a la caída”. Por esa misma razón, consideraron que era mejor invertir esos recursos en otras prioridades.