A lo largo de la historia, varios hechos han sido confusos en cuanto a la veracidad de los hechos, simplemente por la transición con la que ocurren. Es sabido que el gobierno mexicano ha hecho lo imposible por generar una identidad nacional en su pueblo, sin embargo, existen algunos hechos de los cuales no se tiene tanta información documentada que demuestre su veracidad. La muestra más clara de estas situaciones es la historia de los “Niños Héroes”, quienes, según la historia, defendieron el castillo de Chapultepec en 1847, ante una invasión norteamericana.
Según los datos que el gobierno emitió, existieron seis jóvenes cadetes los cuales defendieron con su vida, y con un enorme fervor por México, el Castillo de Chapultepec, el cual estaba siendo invadido por tropas norteamericanas. El motivo de la invasión era una supuesta violación a las leyes territoriales en Texas.
Lo interesante comienza cuando la historia plantea que los famosos “Niños” no eran niños ya que estos tenían arriba de 18 años, por lo que ya eran mayores de edad. Según algunos datos recabados, Santa Ana ya había pactado la derrota con el gobierno estadounidense, sin embargo, era necesario generar algunas batallas para que todo fuera más creíble.
¿Por qué pensar que sólo eran seis? En la batalla, participaron más de 800 soldados, los cuales se constituían por miembros del ejército, del batallón de San Blas, liderado por Felipe Santiago Xicoténcatl, y algunos cadetes (alrededor de 50) que se encontraban en el lugar.
Cien años después de la batalla entre ambos países, en 1947, el presidente norteamericano de ese entonces, Harry Truman, visitó al pueblo mexicano y vino a conmemorar el centenario del conflicto armado, e incluso colocó una ofrenda floral en el altar a la patria. Mágicamente, tras la visita del presidente Truman, en los alrededores del Castillo de Chapultepec aparecieron seis cráneos enterrados a los que el gobierno de Miguel Alemán les dio el título de niños héroes.
Es irónico que seis cráneos aparecieron enterrados y formados, cuando hubo más de mil muertos en aquella batalla. Otro punto que hace esta historia inverosímil, es que en ese entonces, los cadáveres, tanto militares como civiles, eran cremados poco tiempo después, ya que de lo contrario se podría desatar una pandemia.
La leyenda apunta a que un tal Juan Escutia se arrojó de una torre del castillo con la bandera enrollada en su cuerpo, para que ésta no cayera en manos enemigas, sin embargo, a esas alturas de la batalla, el castillo ya no contaba con torres, debido a los impactos de los norteamericanos, además, en los registros de los cadetes nunca fue registrado nadie con ese nombre.
Lo que sí fue real es que Felipe Santiago Xicoténcatl tomó la bandera para animar a sus hombres a pelear, pero fue herido en dos ocasiones, para morir minutos después. Entonces Xicoténcatl fue quien murió con la bandera enrollada al cuerpo.
Teorías apuntan que, en el marco de la segunda guerra mundial, Truman vino a México para montar todo el espectáculo del centenario de la batalla de Chapultepec, con el fin de distraer, tanto a los mexicanos como a los estadounidenses, de los acontecimientos previos, en especial los de las bombas atómicas.
Es claro que la estrategia estadounidense sirvió, únicamente para su beneficio y nosotros sólo obtuvimos un arreglo floral y unos “niños héroes” inventados.